Conectando con nosotras mismas a través del ciclo menstrual

Hoy en día estamos totalmente desconectados de los ritmos de la naturaleza y nos olvidamos de que somos parte de ella y de que vivimos bajo sus leyes.

Las mujeres tenemos la posibilidad de recuperar esta conexión a través de nuestro propio cuerpo y sus ciclos.

Desde la antigüedad se conoce la fuerte conexión entre las mujeres y los ciclos lunares. Los primeros calendarios del paleolítico eran calendarios que utilizaban las mujeres para marcar los ciclos lunares y así medir sus ciclos menstruales. En estos tiempos, los ciclos menstruales seguían los ciclos lunares y las mujeres solían menstruar todas a la vez con la luna nueva o llena.

A todas nos habrá pasado alguna vez que al juntarnos o vivir con otras mujeres acabamos sincronizando nuestros ciclos.

Los tiempos modernos nos exigen que estemos al máximo cada día del año. Incluso los anuncios de tampones y compresas nos dicen que nos pongamos un tampón, que no nos preocupemos de nada más y salgamos a correr, a montar a caballo, a escalar montañas y a realizar cualquier actividad posible. Pero, ¿a qué mujer le apetece esta actividad durante los días de la regla? Lo que nuestro cuerpo nos pide en estos días es que estemos tranquilas y retiradas de la vida mundana. Al reprimir estos deseos de calma de nuestro cuerpo sentimos frustración, irritación, tristeza y depresión.

Esta exigencia de estar siempre activas sin escuchar a nuestro cuerpo es una de las causas de tantos trastornos hormonales y desarreglos del ciclo menstrual, como la amenorrea, los dolores de regla o el síndrome premenstrual, por mencionar algunos.

Dentro de nuestro ciclo menstrual, que normalmente dura entre 28 y 32 días, podemos reconocer cuatro fases, como las cuatro fases lunares:

  • Fase de la luna creciente: en cuanto se acaba la regla el cuerpo deja de sangrar y el útero vuelve a regenerarse para prepararse a acoger una nueva vida. En esta fase estamos muy dinámicas, con muchas ideas y planes. Estamos proyectadas al exterior, somos más sociables y nos apetece estar con la gente, divertirnos y disfrutar.
  • Fase de la luna llena: es el momento de la ovulación. El cuerpo se prepara para la fertilización, para ser madre. En este momento nos sentimos más maternales, abiertas hacia los demás para ayudarlos, escucharlos y apoyarlos. Es el momento ideal para nutrir y sustentar todos nuestros proyectos e ideas. Nos sentimos muy femeninas y sensuales.
  • Fase de la luna menguante: no habiendo tenido lugar la fertilización, los niveles hormonales van bajando y el cuerpo se prepara para renovarse a través de la menstruación. Empezamos a volvernos más hacia dentro, nos apetece más tranquilidad y soledad. Es el momento de ralentizar el ritmo y estar más con nosotras mismas.
  • Fase de la luna nueva: es el momento de la menstruación. A través del sangrado nuestro útero se renueva. Tenemos la posibilidad de transformarnos y renovarnos en esta fase, de morir para renovarnos cerrando ciclos y eliminando todo lo que no nos sirve o no nos hace bien. Es una fase de introspección y meditación, de quietud y silencio. Nos sentimos agotadas y tenemos que ir más despacio. Nuestra intuición se potencia y nuestro inconsciente está a flor de piel. Es muy probable que tengamos muchos sueños “raros” y que nuestro pensamiento se vuelva más ilógico e irracional. En esta fase tenemos un gran poder, realmente estamos limpiando nuestro entorno de las energías más bajas y de los miedos. Este poder desde siempre ha asustado mucho a los hombres. De hecho, todas las religiones patriarcales siempre han considerado la mujer que mestruaba como impura.

Es importante que empecemos a tomar conciencia de estas fases y a relacionarlas con nuestros estados de ánimo. Incluso podemos empezar a tener un diario anotando cómo nos sentimos cada día según el momento del ciclo en el que nos encontramos.

Esto nos puede ayudar en nuestra vida cotidiana, para no exigirnos demasiado y no culpabilizarnos si no nos sentimos como el entorno nos exige que deberíamos.

Si empezamos a vivir respetando y escuchando a los ciclos de nuestro cuerpo nos sentiremos más a gusto con nuestra feminidad y esto se reflejará automáticamente en nuestra vida.

Os propongo una visualización para conectar con nuestro útero que podemos utilizar cada vez que tengamos dolores menstruales.

Nos sentamos o nos tumbamos cómodamente y cerramos los ojos.

Empezamos respirando profundamente, sintiendo como el abdomen se hincha y se desincha.

Poco a poco vamos relajando todo el cuerpo desde la cabeza. Bajamos por el cuello, los hombros los brazos, y dejamos que todas las tensiones salgan a través de la punta de los dedos de las manos. Bajamos por la columna vertebral, el pecho y el vientre. Vamos relajando las caderas, las piernas, los pies dejando que todas las tensiones salgan a través de los pies.

Ahora centramos nuestra atención en el vientre. Visualizamos nuestro útero, las trompas de Falopio y los ovarios. Al inspirar visualizamos una luz blanca que llena nuestro útero y se extiende hasta los ovarios.

Al expirar, soltamos todo el dolor, la tensión, los miedos y cada sentimiento negativo que podamos tener en este momento. Repetimos unas cuantas veces sintiendo como el útero se va limpiando y relajando.

Vamos retomando poco a poco consciencia de todo el cuerpo moviendo manos y pies y abrimos los ojos.

Artículo publicado en la revista Energía Vital – Número 4