Todo ser humano en la vida cotidiana experimenta sentimientos y emociones de todo tipo, incluidas las que etiquetamos cómo “negativas”.
Desde pequeños nos han enseñado que tenemos que ser “buenos” así que normalmente solemos reprimir y rechazar estas emociones nada más aparecer. Y después de muchos años de reprimir lo que sentimos no nos explicamos porque tenemos bajones, ataques de ansiedad, depresión, insomnio, cambios de humor, irritabilidad y malestares de todo tipo. Podemos buscar soluciones como tomar pastillas e intentar poner “parches”, pero a largo plazo volvemos a experimentar lo mismo. Si queremos de verdad entender que nos está pasando tenemos que estar dispuestos a enfrentarnos a nosotros mismos desde la sinceridad.
Aquí aparece el famoso concepto de la ” sombra”, que es este lado de nosotros que definimos como oscuro porque no nos gusta o no nos parece socialmente aceptable. Si queremos estar en paz con nosotros mismos tenemos que aprender a reconocer e integrar este lado.
Precisamente se trata de empezar a escucharle y mirarle a la cara. Cada vez que nos surge una emoción que no nos gusta, en lugar de reprimirla porque “nosotros somos buena gente y no podemos sentir ciertas cosas” empezamos con reconocerla. Este es el primer paso: reconocer que estamos enfadados, resentidos, que sentimos celos o envidia por ejemplo. Este paso puede ser más o menos complicado según el nivel de censura interna que tengamos.
Muchas veces ni siquiera somos conscientes de estas emociones. Entonces podemos empezar por darnos cuenta de los momentos en los que no nos sentimos a gusto, cuando estamos de bajón o nerviosos, por ejemplo, sin ninguna razón aparente. Detrás de este malestar siempre hay algo que no tragamos o que no nos gusta.
En lugar de juzgarnos por sentir cosas malas empezamos a reconocer, a tomar conciencia, a aceptar y a perdonar. Este es el segundo paso: aceptar lo que sentimos y en lugar de caer en la trampa de la culpabilidad escuchar lo que está detrás de esta sensación. Llegados a este punto nos preguntamos ¿por qué sentimos esto? Detrás de cada emoción “negativa” se esconde siempre otra cosa, como sentirse rechazado, poco reconocido, valorado o querido por poner algún ejemplo. Allí está la clave, entender a nuestro niño herido que pide reconocimiento y cariño.
Este es un paso importante para conocernos a nosotros mismos: quitarnos las máscaras y las defensas del ego, dejar de justificarnos o de rechazar lo que sentimos. Ser sinceros con nosotros mismos y mirar a la cara el océano de sentimientos que tenemos dentro nos ayuda a liberarnos de ataduras emocionales que nos impiden ser lo que somos.
Una vez que somos capaces de ser honestos con nosotros mismos, nos podemos comprender y dar a nosotros mismos lo que nos falta. En el fondo, lo único que todos necesitamos es amor y cariño, y todos nuestros sentimientos oscuros no son otra cosa que un manera de pedir ese amor. Así que empecemos a dárnoslo a nosotros mismos abrazándonos y aceptándonos tal y como somos, con nuestras luces y nuestras sombras que nos hacen únicos y especiales.

Artículo publicado en la revista Energía Vital – Número 10