El 15 de agosto hay Luna llena en Acuario, la primera sin eclipse desde el 2015. En este año el eje de los eclipses se ha movido hacia el eje Cáncer-Capricornio donde tuvimos dos eclipses el pasado mes de julio. El último eclipse en el eje Leo-Acuario fue en la Luna Llena de Leo del pasado mes de enero de este año (ver el post de la Luna Llena de enero).

En este tiempo de muchos planetas retrógrados es buen momento para revisar cómo hemos cambiado en los últimos meses de enero hasta ahora y desde el verano de 2016.

Hemos encontrado en este tiempo el valor para tomar las riendas de nuestra vida y mostrarnos al mundo por lo que somos? Es probable que en este tiempo la vida nos haya puesto pruebas para demostrar nuestro valor, y sacarnos de situaciones donde no podíamos brillar y ser valorados. Posiblemente hayamos tenido que enfrentarnos a juegos de poder y competencia. Todo esto para que nos diéramos cuenta de lo poco que nos valoramos, de nuestra necesidad de aprobación y reconocimiento que no nos permitían mantener relaciones equilibradas. 

Esta luna de Acuario ilumina los aspectos de nuestra vida donde seguimos sintiéndonos pequeños, donde buscamos reconocimiento y aprobación, donde ocultamos nuestra luz para ser aceptados, o nos aislamos de los demás por sentimiento de inferioridad yo superioridad.

Acuario es el signo de la fraternidad, de los grandes grupos y asociaciones.  Solo podemos llegar a experimentar la unidad con los demás desde la expresión de la creatividad y unicidad de cada uno.

Para esto primero hay que reconocer lo que nos impide disfrutar de sentirnos parte de un grupo siendo nosotros mismos. Esto pasa por sanar y equilibrar  lo que representa el signo Leo en nosotros: el amor a uno mismo, la generosidad y la apertura del corazón, la nobleza, la creatividad y la pasión.

Leo se relaciona con el niño interior: es en la infancia cuando empezamos a no sentirnos amados y valorados por lo que somos y aprendemos a tapar nuestros impulsos creativos y lo que somos buscando el amor y la atención de los demás. Así vamos cerrando nuestro corazón dejamos de amarnos y valorarnos y nos alejamos de lo que nos hace felices, de lo que nos gusta y de lo que es nuestro propósito de vida.

Ahora es buen momento para reconectar con lo que nos hacía felices de niños, lo que éramos, viéndonos con los ojos del adulto, sin juicio, para recuperar esta parte de nosotros que hemos perdido con los años. Es el momento de mirar a los ojos a nuestro niño herido y pedirle perdón por haberle abandonado y traicionado en todos estos años. Y dejar que se exprese reconectándonos con la alegría, el fuego del entusiasmo y de la pasión dando rienda suelta a nuestra creatividad. 

Es el momento de salir de la frialdad de la mente, que lo controla y lo juzga todo, para refugiarnos en la calidez de nuestro corazón, y descubrir allí que estamos en casa, de vuelta al reencuentro con nosotros mismos.

Y desde allí es donde podemos sentir la conexión y la hermandad con los demás, que ya no necesitan interpretar el papel de los que nos juzgan, nos exigen ser de una manera para apreciarnos, si no compañeros de camino con los que disfrutar y crear juntos.

Daniela Caronia http://www.aguadeluna.net

Imagen: Lola Ortega http://mairielarte.es