El 21 de enero de madrugada tenemos la primera Luna Llena del año, con un eclipse total de Luna. Esta Luna es muy especial porque se encuentra en el punto más cercano a la tierra y se ve de color rojo, por esto se la define “Luna de sangre”. Además la Luna estará en el signo Leo con una fuerte predominancia del elemento fuego.
Con esta Luna se cierra el ciclo de eclipses y de trabajo energético en el eje Leo-Acuario que nos ha acompañado en los últimos dos años. Es una Luna que habla de cierres, de adiós, de poner el punto final a situaciones y a un ciclo evolutivo que ya está terminado.
Con el eje Leo-Acuario hemos trabajado el eje del poder: este eje empieza a desequilibrarse cuando tenemos un bloqueo en el signo Leo, que rige el corazón, el amor a uno mismo, la generosidad, el brillo personal y la capacidad creadora. Cuando cerramos el corazón por sentirnos heridos, poco reconocidos o valorados tenemos la necesidad de dominar o ser dominados. De esta manera ya no creamos desde la generosidad, desde expandir nuestra Luz como hace el Sol, astro regente del signo Leo, sino desde la necesidad de reconocimiento. Esto es lo que crea el desequilibrio del poder: por un lado personas que necesitan demostrar que saben más que otras, y energéticamente se nutren de los que les alaban y les siguen, y los que no tienen el valor de atreverse a manifestar quienes son, de tomar la responsabilidad de su vida y prefieren seguir a otros, ser sumisos, o estar en el papel de víctimas. Donde hay una víctima hay un verdugo, y donde hay un déspota hay personas que lo permiten. Este eje nos enseña a responsabilizarnos de lo que pasa en nuestra vida y a tomar las riendas para decidir qué es lo que realmente queremos.Ya se cierra este ciclo y estas dinámicas pertenecen a lo viejo, es hora de crear otras nuevas, de movernos y no quedarnos en la queja. La energía de Acuario nos empuja a recordar que tenemos dentro todo el conocimiento del universo y todas las herramientas para guiar nuestra vida sin ir detrás de nadie.
Vamos a ir transitando definitivamente hacia la energía del eje Cáncer-Capricornio que nos lleva a un cambio grande hacia lo femenino, a un despertar de la sabiduría ancestral de las sacerdotisas y para esto es fundamental sanar esta parte de lo masculino representada por el eje Leo-Acuario, o puede que haya grandes conflictos entre estas dos energías.
Necesitamos integración, no más lucha. Necesitamos tanto de una energía como de la otra y, para esto, necesitamos sanarlas primero internamente. Es un buen momento para ver las dinámicas de poder en nuestra vida, qué nos lleva a buscar reconocimiento o al contrario, a tener envidia de quien se atreve a brillar, cuándo le cedemos nuestro poder a otros o cuándo buscamos controlar a los demás. Mirar a la cara a nuestro “caudillo” interior, así como a nuestra víctima o cobarde interior, que no es otra cosa que las dos caras de un niño herido; comprender sus carencias y empezar a actuar desde el adulto, desde la madurez. Solo de esta manera podemos hacer brillar nuestra verdadera luz, sin necesidad de compararnos con los demás, y encontrarnos con lo que nos hace únicos y valiosos, con nuestro poder creador y con nuestro propósito de vida.
Daniela Caronia